jueves, 24 de septiembre de 2009

País ciclotímico

Encuentre las 10 diferencias





Si, bueno… son más de 10. Pero, claro, lo más evidente, aparte de que ellos son muy, muy ricos y nosotros no, es que su crecimiento fue más o menos suave y el nuestro fue bastante atolondrado, volátil… ciclotímico. Así somos. Supongo que por muchos motivos. Económicos (malas políticas públicas, estructura productiva desequilibrada, cortoplacismo al 100%, alta dependencia externa) y otros no-tan-económicos que no sé si podría explicar bien.

Cualquiera sea la razón, se me hace que parte de los motivos de nuestro bajo nivel de PBI (o, digamos, del escaso crecimiento de las últimas décadas) descansan, precisamente, en los altos, altísimos niveles de volatilidad y falta de tendencia de nuestro PBI. Para despejarme un poco la duda agarré la gloriosa base de datos de Angus Maddison con el crecimiento de casi todos los países del mundo y me puse a jugar un poco con los “crecimiento promedio” vs. “volatilidad del crecimiento” de cada país a ver si encontraba alguna relación… y algo salió.

En los gráficos que van a ver a continuación tiré unos puntos de crecimiento promedio (1950-2003) vs. variabilidad medida como el coeficiente de variación de Paerson (en valor absoluto, claro). Aclaro que en todos los dibujos excluí los casos extremos, básicamente porque me arruinaban la forma y no se entendía nada. Terminé sacando a Venezuela, Nicaragua, Iraq, UAE, Algeria, Islas Comoro, Lybia, Niger, S. Leona, Somalía, Togo y Zaire. También excluí a los ex - URSS simplemente porque en la base no hay info anterior a 1990, así que no me servía de mucho.

Primer ejemplo, muestra total:



La curva está bastante linda, pero el ajuste es mucho mejor si sacamos a África:



Si separamos por región/desarrollo las formas son bastante similares. Países
Avanzados:



Asia y Latam:




En todos pasa más o menos lo mismo, con mejor o peor ajuste: gráficamente (si, nada de econometría…por eso escribo en un blog y no en un paper) pareciera que hay una relación bastante interesante entre el crecimiento y la volatilidad: a más volatilidad, menor crecimiento promedio. Entonces cuando vuelva (espero que si) la discusión entre “enfriar” o “no enfriar”, acordémonos que es bastante preferible crecer a una tasa más moderada pero más o menos constante, que dar saltos de 8% para arriba un año y de 4% para abajo el otro.

¡Feliz Viernes!

sábado, 19 de septiembre de 2009

Dale Gaaaaas

Hace algunos meses empezamos a discutir máaaas o menos en serio sobre las tarifas de los servicios públicos, después de 7 años. Luego del tole-tole que generó el “tarifazo” del Gobierno, está bueno revisar un poco la salud de un sector tan estratégico como la energía y, particularmente, el del gas natural.

¿Están bien las tarifas actuales? ¿O tiene razón el Gobierno al querer aumentarlas? ¿Cuánto tiene que vale el gas y la energía eléctrica? Todas estas cosas nos la deberíamos haber preguntado varios años antes. Tal vez no en 2003 ni en 2004 cuando recién salíamos de la crisis, pero si en 2005, 2006, 2007, 2008. No lo hicimos hasta 2009. Pasamos el período de mayor inflación de precios y de costos energéticos a nivel mundial sin modificar significativamente el precio que paga una buena parte del país por consumir gas, electricidad y nafta. Hoy nos falta gas, tenemos pocas reservas, dejamos de exportarle a Chile y empezamos a importar a cualquier costo. ¿Por qué?

Para explicar esto conviene hacer un poco de historia. A principios de la década del ’90 consumíamos exactamente la mitad de gas natural que ahora. Este aumento responde, según mi visión, a dos puntos fundamentales:

1) El propio crecimiento de la economía
2) Un cambio en nuestro perfil de generación de energía eléctrica



En 1990, entre la generación hidráulica y la nuclear obteníamos el 54% de nuestras necesidades, solamente el 10% se generaba con turbinas de gas y el restante con turbinas de vapor (alimentada también con gas natural o fuel oil). Entre 2001 y 1990, la potencia instalada total aumentó más del 60%, mientras que la generación a partir de gas natural se incrementó en más del 300%. Dicho de otro modo, el 75% del aumento en la potencia instalada en ese período se explica por la generación a través de centrales térmicas de ciclo combinado o turbinas de gas.

Durante los ‘90s hubo una clara ampliación de la infraestructura energética en casi todas sus formas, pero es evidente que hubo una estrategia deliberada de explotación del gas natural. Esto se ve desde la ampliación de capacidad para transporte y distribución, pasando por el fortísimo incremento en la exploración y producción de yacimientos gasíferos, la construcción de generadoras intensivas en gas natural y hasta los contratos de exportación a Chile. Las consecuencias… más claro echale agua:



¿Tenía fundamentos esta estrategia? Con el diario del lunes uno supone que hubiera sido mejor tratar de diversificar la matriz energética. Entiendo que mucho habrá tenido que ver la inversión inicial de las centrales generadoras: una de ciclo combinado sale más o menos un cuarto de lo que sale una hidroeléctrica o una nuclear (700 vs. 2400 us$/KW en ’07, según datos de Martinez Mosquera). Por otro lado, teníamos algo así como 37 años de reservas probadas de gas natural y se suponía que íbamos a seguir explorando y descubriendo más.

Pero esto no pasó. Para ser justos, en realidad si pasó por varios años. En el período 1990-2001, nuestras reservas probadas aumentaron casi un 20%. Naturalmente, por el mayor incremento en la producción, los años de abastecimiento (ratio Reservas/Producción) cayeron muy fuertemente en 1993, pero a partir de ahí se mantuvieron más o menos constantes, oscilando entre 21 y 25 años hasta que terminó la década. A partir de 2001 la cosa empezó a empeorar. Las reservas probadas hoy son algo así como el 57% de lo que eran en el 2000 y tenemos solamente 10 años de abastecimiento al ritmo actual de producción.

¿Y esto por qué? Mi amigo el ingeniero especializado en energía me cuenta que, en primer lugar, hay motivos geológicos. Hay gas, si, pero los pozos están más maduros. O sea que hoy es más difícil encontrarlo (exploración menos exitosa) y también es más difícil sacarlo (producción menos eficiente). Me dice también que a USA le viene pasando esto a mayor escala y hace muchísimos años pero que ellos desde hace tiempo que mantienen su ratio Reservas/Producción más o menos constante. Como consecuencia de este “deterioro geológico” lo que pasa no es que se produce mucho menos o que se dejan de agregar reservas, sino que lo que se encuentra es más caro de extraer y las exploraciones, al tener una menor probabilidad de éxito, exigen un mayor retorno por unidad encontrada. Esto responde varias de mis preguntas



Las reservas empezaron a caer en 2001, pero la producción recién en 2007. Mi amigo me dice “hasta 2007 era más fácil (más barato) sacar gas”. Ahora es más caro, pero no lo pagamos más.



Y esto me responde más preguntas. En 2001, 2002, 2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2008 y 2009 sabíamos que nuestra matriz energética dependía muy fuertemente de la disponibilidad de gas natural. No sólo eso, las poquísimas ampliaciones de capacidad instalada de generación eléctrica que se hicieron desde 2003 a la fecha fueron casi en un 100% centrales de ciclo combinado o turbinas de gas. Sabiendo y convalidando eso, decidimos prácticamente congelar el precio que pagamos por gas de boca de pozo, aún conociendo la realidad geológica de nuestro suelo. Como consecuencia nuestras reservas y nuestra producción están donde están. Es decir que decidimos fomentar la utilización de gas natural pero desincentivar su producción (y exploración). La ecuación no cierra, pero hay algo que cierra aún mucho menos:



Como no nos alcanza el gas y a Bolivia no le da para abastecer todo lo que necesitamos, importamos LNG desde otro continente. ¡Pero pará!, tampoco tenemos la capacidad de regasificación que necesitamos, entonces también nos alquilamos un barquito regasificador. Y lo pagamos, en 2008, la friolera de u$s 17 el millón de BTU o, dicho de otro modo, 1000% (si, mil) más de lo que le pagamos a los productores de suelo argentino.
Es decir: nos preparamos para usar mucho gas, nos ocupamos de tener cada vez menos gas, y el gas que importamos lo pagamos 10 veces más caro que el gas local. Y acá volvemos al aumento de tarifas de mitad de este año, que se debió a dos motivos: a)un aumento en lo que se les paga el gas en boca de pozo a los productores de acá (por fin), lo que hubiera llevado el precio a valores bastante más razonables, considerando que también hubo una baja en los precios del gas a nivel mundial. y b) pagar las importaciones de barquito de LNG sin que todo el dinero salga de subsidios.

Entonces, permítaseme concluir, el problema del gas nos lo buscamos solos. Durante los 90’s diversificamos muy poco el incremento en la capacidad de generación de energía eléctrica y confiamos demasiado en la provisión de gas del futuro. Después seguimos confiando en nuestra matriz energética poco diversificada y nos ocupamos de tener la menor cantidad de gas posible. En el medio (2006), dejamos de poder respetar el contrato de exportación a Chile, pero no se preocupen por ellos, se las arreglaron bastante bien.

lunes, 14 de septiembre de 2009

¿Y Keynes dónde está?

Antes era más o menos difícil predecir un cambio de ciclo. Lo gracioso es que ahora, en nuestro país, lo difícil es saber si el cambio de ciclo efectivamente ya sucedió. Aunque no tengamos estadísticas confiables, todo y todos indican que lo peor de la crisis ya pasó y que, con suerte, nuestro PBI dejó de caer en alguno de estos meses que pasó. ¿Qué hicimos para que eso pase? ¿Y el resto qué hizo?. En líneas generales el mundo se comportó bastante keynesianamente y puso toda la carne al asador. La Fed bajó su tasa objetivo a 0, el BCE parecido hizo algo parecido, China flexibilizó el crédito, etc. Simultáneamente, el G-20 se mandó unos planes de estímulo fiscal que mi viejo calificaría como "de la San Puta" (liderado por los 800 billion de USA y 600 billion de China).

Me parece que nosotros hicimos poco y que el resto del mundo hizo mucho por nosotros. Para ser sincero, creo que aún si nosotros hubiéramos hecho política anticíclica en serio, no estaríamos mucho mejor si el mundo no nos hubiera dado la mano que nos dio.

Lo que hicieron por nosotros:

1) En Brasil pasó todo rápido. Se cayó muy fuerte en el último trimestre del año pasado, y salió muy rápido a partir de 2009. Fue de los primeros países en salir de la recesión.



2) En China, por supuesto, nunca entraron en recesión. Si bien tuvieron sus sobresaltos, casi que no dejaron de ser China ni por un minuto. Y así consumieron...lo que vendemos y lo que no vendemos, y nos llevaron al punto 3.



3) Y claro, los commodities. La soja, por ejemplo, llegó estar por debajo de 300 us$/tn, y hoy está más cerca de 370 us$/tn.


Lo que no hicimos por nosotros:

1) Política monetaria. No vamos a cargar contra Redrado quien, creo, hizo todo lo que pudo en este sentido, aún cuando no fuera suficiente. Digamos que es difícil estatizar el sistema de jubilaciones en 15 días y que las tasas de TODO no se disparen.



La más representativa es la Baibor (interbancaria). Fue bastante negativa en 2007 y 2008, cuando la cosa venía bien. Se supone que cuando se viene la mala querés bajar este tipo de tasas (el equivalente en USA sería bajar la Fed Funds Rate). Acá pasó exactamente lo contrario: hacia fines de 2008, momento en que se desató la crisis, la tasa empezó a subir fuerte. Si tomamos el promedio de la tasa real desde noviembre de 2008 hasta julio de 2009 nos da casi 10 puntos porcentuales por encima del promedio de enero-octubre de 2008.
2) Tipo de cambio real. Brasil pasó de a 1.75 a 2.65 $R/us$ en dos meses desde que quebró Lehman. En Chile pasaron de 530 a 680 $C/us$ en el mismo lapso. Nosotros fuimos devaluando de algunos centavitos por mes. En lo peor de la crisis quedamos en off-side y cuando la cosa empezó a calmarse nuestros vecinos volvieron a revaluarse mientras que nosotros seguimos con la depreciación lenta.



El Tipo de Cambio Real nos jugó en contra, pero la verdad que tampoco hay que matarlo a Redrado en este caso. Reconozcamos que una devaluación fuerte en el contexto político y económico de Argentina en los últimos dos años podría haber terminado muy mal.

3) Política fiscal. Acá diferenciaría dos períodos. El primero corresponde a la etapa inicial y más dura de la crisis (desde octubre del año pasado hasta abril de este año). En dicha fase le pagamos un palo a la querídisima FCE-UBA para que nos diseñe el GRAN plan de incentivo a la venta de autos, luego vinieron los Plan Canje de heladeras, bicicletas, perros, gatos y la mar en coche.



Como era de esperarse nada de eso funcionó y encima el gasto público (siempre sacando el de Anses) medido en términos reales tuvo un crecimiento paupérrimo, casi tan bajo como había sido durante todo 2008. En la segunda etapa (a partir de abril de este año), se dejaron de lado los planes inocuos y se empezó lisa y llanamente a aumentar el gasto público. Obra pública pre-electoral… si, lo que quieran, pero aumentó y seguramente fue mucho más efectivo que todo lo que se había hecho antes. Naturalmente, también llegamos medio tarde con esto. Vista así, la reacción a la crisis no parece tan Keynesiana, mal que le pese al Gobierno. Supongo que con las restricciones fiscales y políticas que tuvieron hicieron lo que pudieron. En fin...tampoco vamos a pedirle peras al olmo.

martes, 8 de septiembre de 2009

El valor presente de la mentira

A veces trato de ponerme en la cabeza de quienes gobiernan (acá y en otros lugares) para entender por qué hacen lo que hacen y, en función de eso, qué es lo que podrían hacer en el futuro. Reconozco que en la Argentina de los últimos años me cuesta un poco. Difícilmente se me hubiera ocurrido que, por ejemplo, íbamos a cambiar deuda de FMI por deuda de Venezuela (una parte, aunque sea), o que íbamos a estatizar los fondos de las AFJP en 15 días. Pero lo que nunca, jamás, ni por casualidad se me podría haber ocurrido era que en cosa de dos años y algo pasaríamos de tener un organismo de estadísticas razonablemente respetable y respetado a tener otro en el que no cree absolutamente nadie, ni dentro ni fuera del gobierno, ni dentro ni fuera del país.

¿Por qué lo hicieron? La mentira llega a tal punto que hasta los propios funcionarios dan a entender (y lo confirman algunos militantes con los que tuve oportunidad de intercambiar ideas) que en realidad se trata de algo así como un fraude patriótico del siglo XXI. Claro. En realidad nos están salvado de pagar un montón de intereses y capital que ajusta por inflación. Ellos no nos quieren engañar a “nosotros”, si fuera por ellos nos dirían toda la verdad, nos comunicarían las estadísticas reales y nos pedirían que nos hagamos los sota frente a “los otros”, los acreedores de bonos ajustados por CER (entre los que se encontraban mayoritariamente las AFJP, que administraban nuestros ingresos del futuro).

El ministro del interior se justifica: cada punto de inflación que reconozcan son, supuestamente, $ 1.500 M que perdemos. Tal vez sea un poco obvio esto que estoy escribiendo, pero si tuviera que explicar por qué creo que decidieron truchar el INDEC a principios de 2007, me inclinaría a pensar que el motivo descansa en un casi-nada-por-ciento en lo que dice Randazzo y en un 100% en cuestiones políticas. ¿Por qué? Por dos razones:

1) ¿Cómo un gobierno que utiliza la redistribución del ingreso como su caballito de batalla puede reconocer que hay una inflación del 25% anual y no se está haciendo nada para frenarla? No puede. Tampoco puede bajar la inflación. Pero si puede ocultarla.
2) Lo que dice el ministro del interior de los $ 1.500 M por punto de inflación es falaz.

El primer punto no necesita explicación. El segundo punto es un poco más controversial y merece algo más de fundamento. Porque es cierto que 1% de $ 150.000 M es igual a $ 1.500 M. Pero tan cierto como eso es que $ 1.500 M a pagar dentro de 40 años no equivalen a $ 1.500 M de hoy. Dicho con un poco más de elegancia, lo que hay que calcular para ver cuánto se ahorra de pagar el gobierno por bajar artificialmente el índice de inflación es el valor presente del diferencial entre los flujos de pago de intereses+deuda con la inflación real y el flujo de pago de intereses+deuda con la inflación dibujada.

Para los que no estén interiorizados con el concepto de “valor presente”, lo único que tienen que saber es que el dinero cambia su valor en el tiempo. Naturalmente, si me dieran a elegir entre pagar $ 100 hoy o pagarlos dentro de 50 años, preferiría hacerlo dentro de 50 años. Más aún, si me dieran la opción de pagar $ 100 hoy o $ 105 en 50 años, preferiría pagar más en 50 años. Esto se puede entender desde diferentes perspectivas. A) En 50 años, la inflación va a hacer que $ 100 no valgan nada (o mucho menos que ahora). B) Si tengo $ 100 hoy, podría ponerlos en el banco por 49 años y al año 50 pagar los $ 100 que tengo de deuda y guardarme los intereses que acumulé en el medio, y hay muchos otros C), D), E), etc. Para actualizar flujos de fondo (en el caso de los bonos, esos flujos no son otra cosa que el pago de interés y de capital distribuidos a lo largo del tiempo) se utiliza alguna tasa de interés representativa del país o empresa que esté involucrado en la transacción.

En el caso de la deuda del gobierno, es tan larga la duration de los bonos ajustados por inflación, que un incremento de $ 1.500 M en su valor nomina realmente no es tanto si se lo mide a valor de hoy.

Volvamos entonces a los motivos que impulsaron la decisión de truchar el INDEC. Supongamos que somos Nestor y estamos parados el 31 de diciembre de 2006 en nuestro despacho de la casa rosada. Viene un colaborador y nos propone cambiar unos numeritos del IPC para ahorrarnos unos mangos. Le preguntamos, muy atinadamente, cuánto dinero nos vamos a ahorrar para calcular el costo-beneficio de la medida. El “beneficio”, en este caso, es el valor presente del ahorro de pagos de deuda y el costo es…. Bueno, todo lo que pasó: no tener estadísticas, no poder pedirle dinero a un organismo internacional, no poder salir al mercado de capitales o salir a tasas demasiado elevadas, etc.

El sirviente de Nestor hace los cálculos pertinentes. Bueno, en este caso el sirviente vendría a ser yo. Hace algún tiempo me tomé el trabajo de relevar todos y cada uno de los bonos que ajustan por CER (tampoco son tantos, che), pasar a un Excel el flujo de pago de cada uno de ellos, separando capital e intereses y, finalmente, calcular el valor actual del pago de capital+interés de dichos bonos con una inflación dibujada y con una inflación real. Ahora, con un poco más de información que en ese entonces, puedo hacer un cálculo más ajustado, aunque necesito hacer tres supuestos:

1) La inflación real estimada: asumo un 22% para 2007, un 20% para 2008 y un 13% para 2009, en todos los casos promediando las estimaciones de consultoras y fundaciones.
2) La tasa de interés, o tasa de descuento: asumo un 15% anual en pesos, similar a la suma de la tasa libre de riesgo más el riesgo país medido por la tasa de CDS de aquel momento)
3) En 2010 el organismo vuelve a medir la inflación real, por lo tanto la diferencia entre la inflación oficial y la real es 0.

Y calculo:

Beneficio de truchar el Indec (teoría del fraude patriótico)

=

Valor presente de pago de capital e intereses de la deuda ajustada por CER real

-

Valor presente de pago de capital e intereses de la deuda ajustada por CER dibujado




Debo reconocer, para ser justo, que el resultado fue bastante más alto de lo que esperaba: $ 13.300 M de beneficio. No obstante, está mucho más lejos de la estimación de Randazzo de los $ 1.500 M por punto robado de inflación. Veamos, entre 2009 (anualizado) y 2006 el INDEC reconoce 28 puntos de inflación, lo que sería algo así como 37 puntos menos que la inflación real. 37 por $ 1.500 M = $ 55.000 M (más o menos, ya que nos tenemos en cuenta que la acumulación de la inflación hace que el incremento en el valor nominal de los bonos sea acumulativo, más a nuestro favor). Es decir, que según el ministro, nos ahorramos $ 42.000 M más de lo que realmente nos ahorramos.

Me niego a pensar que decidimos asumir los costos éticos, económicos, políticos y sociales de no tener instituto de estadísticas solamente para ahorrarnos $ 13.300 M. Prefiero creer que fue todo para no reconocer que, en rigor, “el modelo” no es taaaaan redistribucionista como quieren que pensemos, ya que decidimos aceptar inflaciones anuales superiores al 20% y muy similares a la mediana de inflación histórica de la Argentina de Perón en adelante.

Pero bueno, como diría un muy buen amigo guatemalteco…es lo que hay.

jueves, 3 de septiembre de 2009

¡Recuperaciones eran las de antes!

Entramos en septiembre… dentro de unos pocos días se cumple un año de la quiebra de Lehman Brothers. Si bien la recesión en Estados Unidos empezó el primer día de 2008 (es decir que ya lleva más de un año y medio), podríamos decir que la crisis comenzó ese fatídico 15 de septiembre, cuando anunciaron que la Fed no iba a salvar a Lehman, y que habían fracasado las negociaciones con Bank of America y Barclays.

Después vino lo conocido por todos: producciones industriales en caída libre, parate casi total del comercio mundial de manufacturas, desplome de las bolsas del mundo, plazas financieras absolutamente secas, spreads de activos de riesgo por las nubes, compañías gigantes que no conseguían financiamiento ni para bancar el working capital de 2 mesesm, desempleos cada vez más grandes, etc. Si nos parábamos en Febrero de 2009 y mirábamos lo que había pasado en los 5 meses previos, veíamos indicadores de actividad, de comercio y financieros que se habían deteriorado más que en los 5 primeros meses de la crisis del ’30…. Y nos asustábamos.

Claro, la peor recesión económica desde la última guerra mundial no es moco de pavo. Entonces vino el amigo Ben Shalom, gran estudioso de la crisis del ’30, se junto a tomar unas copitas de Pastís con el gallo Trichet y decidieron que esta vez los Bancos Centrales iban a tratar de ayudar para que la recesión no se transforme en una depresión, al revés de lo que habían hecho 70 años antes. Por esas cosas de la vida, las modas y los paradigmas de Kuhn, resulta que el consenso era que los Estados tenían que reemplazar una parte de la caída en el consumo y la inversión privados…. Y hasta Jorge W empezó a gastar.

El mercado financiero se empezó a estabilizar, el Ted Spread (que nos dice algo de la liquidez y de la aversión al riesgo) empezó a normalizarse, los industriales terminaron de liquidar todos sus stocks para comenzar a recomponerlos, la gente empezó a consumir un poquito más, la destrucción de empleo se desaceleró … y acá estamos. Dentro de algunos meses USA va a salir oficialmente de la recesión y lo van a empezar a seguir de a poco el resto de los desarrollados.

Como a casi todo el resto de la humanidad, me parece que sin las políticas contracíclicas de los Gobiernos, sin la intervención de los bancos centrales (especialmente de la FED) y sin China, la crisis hubiera sido mucho, pero mucho más dura, y estoy bastante dispuesto a soportar las consecuencias negativas que esas intervenciones vayan a tener en el futuro.

Sin embargo, desde hace algunos meses que me vengo preguntando algo: ¿Cómo seguimos? A principios de año, el FMI emitió su clásico World Economic Outlook e incluyó lo que, a mi juicio, es uno de los mejores análisis de la crisis que se publicaron. En líneas generales, el informe relevaba las últimas crisis relevantes a nivel mundial, separando los efectos de las recesiones según sus orígenes (financiero/no financiero) y según su alcance (local, regional, global). Como conclusión, nos dice que, por su naturaleza, las crisis financieras muestran recuperaciones mucho más lentas. Esto se agrava considerablemente, si la recesión se da a nivel global.

Todo eso tiene sentido. Una cosa es una recesión típica de cambio de ciclo (recesión “de stocks”), y otra muy diferente es la crisis que surge después de que explota una burbuja. ¿Por qué? Fácil: por el desapalancamiento/deleverage/desendeudamiento . Un buen día, caemos en la realidad de que estamos demasiado endeudados, nuestros activos (físicos o financieros) perdieron mucho de su valor y tenemos que pagar los vencimientos de capital e intereses del próximo mes. Entonces empezamos a desendeudarnos. Para hacerlo, tenemos tres opciones: o empezamos a ganar más plata y con eso pagamos las deudas, o vendemos activos para pagar pasivos o ganamos lo mismo pero ahorramos más. Como más no vamos a ganar, empezamos a ahorrar y a vender activos: yo lo hago, vos lo hacés, nuestro vecino lo hace. Todos vendemos a la vez, entonces nuestros activos valen cada vez menos (casas, acciones, lo que sea), por lo que el problema se nos agrava y nuestro patrimonio neto es cada vez más chiquito. Y con eso no alcanza, así que ahorramos más… o sea que consumimos menos.

Yo, que tengo una planta automotriz, no puedo venderte a vos, que decidís posponer el cambio de auto (algo que antes hacías cada dos años pero que dejaste de hacer para ahorrar unos pesos más) y vos, que tenés una fábrica de heladeras, no me podés vender a mi, que me encantaría cambiar la que tengo por una que tenga dispenser de agua incorporado, pero no puedo porque mi negocio no anda bien, estoy hiperendeudado y encima tengo un patrimonio cada vez menos valioso. Y claro, en estas condiciones, ni se nos va a ocurrir ampliar la capacidad de producción de nuestras plantas (que hasta hace unos meses estaba utilizada al 100%, pero hoy no llega al 60%). Entonces empezamos a cancelar las órdenes de bienes de capital que le habíamos hecho a nuestro vecino.

El consumo baja, la inversión baja. ¿Quién demanda? Si la recesión no fuera global, podríamos confiar, aunque sea un poco, en la demanda del resto del mundo. Pero no es el caso, entonces nos queda solamente la demanda del Gobierno. Esa demanda existió y para algo sirvió, particularmente en China. Eso es lo que nos ayudó a evitar la depresión.

Toda esta larga introducción me sirve para una sola cosa: tratar de sacar una conclusión de este gráfico.




El 70% del PBI norteamericano es consumo privado. Los consumidores norteamericanos están terriblemente endeudados, al igual que hace un año atrás, solo que ahora lo saben y lo quieren corregir. Desde que comienza la serie (algunos años después de la segunda guerra), nunca habíamos visto un nivel de endeudamiento tan elevado respecto de su tendencia; 15 pp por encima de la tendencia es demasiado. Si suponemos que en el corto plazo debería volver a valores “normales”, entonces tendría que bajar 15 puntos del PBI su nivel de deuda. Esto es us$ 2.15 trillion, o us$ 7.000 por habitante. Es decir, que para volver a su tendencia, debería caer en us$ 7.000 el consumo por habitante.

Viendo las cosas así es fácil ser pesimista y considerar que la recuperación va a ser lenta y que la tasa de crecimiento del nuevo ciclo positivo va a ser bastante más baja que la del anterior. No obstante, se me ocurre que puede haber una salida que venga desde el consumo privado de Asia. Parece que Blanchard la ve parecida .