sábado, 19 de septiembre de 2009

Dale Gaaaaas

Hace algunos meses empezamos a discutir máaaas o menos en serio sobre las tarifas de los servicios públicos, después de 7 años. Luego del tole-tole que generó el “tarifazo” del Gobierno, está bueno revisar un poco la salud de un sector tan estratégico como la energía y, particularmente, el del gas natural.

¿Están bien las tarifas actuales? ¿O tiene razón el Gobierno al querer aumentarlas? ¿Cuánto tiene que vale el gas y la energía eléctrica? Todas estas cosas nos la deberíamos haber preguntado varios años antes. Tal vez no en 2003 ni en 2004 cuando recién salíamos de la crisis, pero si en 2005, 2006, 2007, 2008. No lo hicimos hasta 2009. Pasamos el período de mayor inflación de precios y de costos energéticos a nivel mundial sin modificar significativamente el precio que paga una buena parte del país por consumir gas, electricidad y nafta. Hoy nos falta gas, tenemos pocas reservas, dejamos de exportarle a Chile y empezamos a importar a cualquier costo. ¿Por qué?

Para explicar esto conviene hacer un poco de historia. A principios de la década del ’90 consumíamos exactamente la mitad de gas natural que ahora. Este aumento responde, según mi visión, a dos puntos fundamentales:

1) El propio crecimiento de la economía
2) Un cambio en nuestro perfil de generación de energía eléctrica



En 1990, entre la generación hidráulica y la nuclear obteníamos el 54% de nuestras necesidades, solamente el 10% se generaba con turbinas de gas y el restante con turbinas de vapor (alimentada también con gas natural o fuel oil). Entre 2001 y 1990, la potencia instalada total aumentó más del 60%, mientras que la generación a partir de gas natural se incrementó en más del 300%. Dicho de otro modo, el 75% del aumento en la potencia instalada en ese período se explica por la generación a través de centrales térmicas de ciclo combinado o turbinas de gas.

Durante los ‘90s hubo una clara ampliación de la infraestructura energética en casi todas sus formas, pero es evidente que hubo una estrategia deliberada de explotación del gas natural. Esto se ve desde la ampliación de capacidad para transporte y distribución, pasando por el fortísimo incremento en la exploración y producción de yacimientos gasíferos, la construcción de generadoras intensivas en gas natural y hasta los contratos de exportación a Chile. Las consecuencias… más claro echale agua:



¿Tenía fundamentos esta estrategia? Con el diario del lunes uno supone que hubiera sido mejor tratar de diversificar la matriz energética. Entiendo que mucho habrá tenido que ver la inversión inicial de las centrales generadoras: una de ciclo combinado sale más o menos un cuarto de lo que sale una hidroeléctrica o una nuclear (700 vs. 2400 us$/KW en ’07, según datos de Martinez Mosquera). Por otro lado, teníamos algo así como 37 años de reservas probadas de gas natural y se suponía que íbamos a seguir explorando y descubriendo más.

Pero esto no pasó. Para ser justos, en realidad si pasó por varios años. En el período 1990-2001, nuestras reservas probadas aumentaron casi un 20%. Naturalmente, por el mayor incremento en la producción, los años de abastecimiento (ratio Reservas/Producción) cayeron muy fuertemente en 1993, pero a partir de ahí se mantuvieron más o menos constantes, oscilando entre 21 y 25 años hasta que terminó la década. A partir de 2001 la cosa empezó a empeorar. Las reservas probadas hoy son algo así como el 57% de lo que eran en el 2000 y tenemos solamente 10 años de abastecimiento al ritmo actual de producción.

¿Y esto por qué? Mi amigo el ingeniero especializado en energía me cuenta que, en primer lugar, hay motivos geológicos. Hay gas, si, pero los pozos están más maduros. O sea que hoy es más difícil encontrarlo (exploración menos exitosa) y también es más difícil sacarlo (producción menos eficiente). Me dice también que a USA le viene pasando esto a mayor escala y hace muchísimos años pero que ellos desde hace tiempo que mantienen su ratio Reservas/Producción más o menos constante. Como consecuencia de este “deterioro geológico” lo que pasa no es que se produce mucho menos o que se dejan de agregar reservas, sino que lo que se encuentra es más caro de extraer y las exploraciones, al tener una menor probabilidad de éxito, exigen un mayor retorno por unidad encontrada. Esto responde varias de mis preguntas



Las reservas empezaron a caer en 2001, pero la producción recién en 2007. Mi amigo me dice “hasta 2007 era más fácil (más barato) sacar gas”. Ahora es más caro, pero no lo pagamos más.



Y esto me responde más preguntas. En 2001, 2002, 2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2008 y 2009 sabíamos que nuestra matriz energética dependía muy fuertemente de la disponibilidad de gas natural. No sólo eso, las poquísimas ampliaciones de capacidad instalada de generación eléctrica que se hicieron desde 2003 a la fecha fueron casi en un 100% centrales de ciclo combinado o turbinas de gas. Sabiendo y convalidando eso, decidimos prácticamente congelar el precio que pagamos por gas de boca de pozo, aún conociendo la realidad geológica de nuestro suelo. Como consecuencia nuestras reservas y nuestra producción están donde están. Es decir que decidimos fomentar la utilización de gas natural pero desincentivar su producción (y exploración). La ecuación no cierra, pero hay algo que cierra aún mucho menos:



Como no nos alcanza el gas y a Bolivia no le da para abastecer todo lo que necesitamos, importamos LNG desde otro continente. ¡Pero pará!, tampoco tenemos la capacidad de regasificación que necesitamos, entonces también nos alquilamos un barquito regasificador. Y lo pagamos, en 2008, la friolera de u$s 17 el millón de BTU o, dicho de otro modo, 1000% (si, mil) más de lo que le pagamos a los productores de suelo argentino.
Es decir: nos preparamos para usar mucho gas, nos ocupamos de tener cada vez menos gas, y el gas que importamos lo pagamos 10 veces más caro que el gas local. Y acá volvemos al aumento de tarifas de mitad de este año, que se debió a dos motivos: a)un aumento en lo que se les paga el gas en boca de pozo a los productores de acá (por fin), lo que hubiera llevado el precio a valores bastante más razonables, considerando que también hubo una baja en los precios del gas a nivel mundial. y b) pagar las importaciones de barquito de LNG sin que todo el dinero salga de subsidios.

Entonces, permítaseme concluir, el problema del gas nos lo buscamos solos. Durante los 90’s diversificamos muy poco el incremento en la capacidad de generación de energía eléctrica y confiamos demasiado en la provisión de gas del futuro. Después seguimos confiando en nuestra matriz energética poco diversificada y nos ocupamos de tener la menor cantidad de gas posible. En el medio (2006), dejamos de poder respetar el contrato de exportación a Chile, pero no se preocupen por ellos, se las arreglaron bastante bien.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno, che!